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Roberto Santana afirma que “la cárcel es el último lugar donde debe ir un menor de edad”

El especialista en reforma penitenciaria Roberto Santana reiteró este lunes su posición sobre el tratamiento de adolescentes en conflicto con la ley, afirmando que “la cárcel es el último lugar donde debe ir un menor de edad”. Sus declaraciones han reavivado el debate nacional sobre la efectividad del sistema correccional y la necesidad de implementar políticas más humanas y preventivas.

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Santana explicó que enviar a un joven a un centro penitenciario tradicional no solo no reduce la reincidencia, sino que además expone al menor a dinámicas de violencia, abandono institucional y relaciones que pueden agravar su conducta. Según sus palabras, la privación de libertad debe aplicarse únicamente en casos excepcionales, cuando no exista otra alternativa viable para proteger a la sociedad.

El experto insistió en que el sistema dominicano necesita apostar por modelos restaurativos, programas de acompañamiento psicológico, educación técnica, intervención familiar y espacios de rehabilitación especialmente diseñados para adolescentes. Señaló que los países que han aplicado este enfoque muestran resultados “mucho más positivos que el encarcelamiento tradicional”.

Santana también cuestionó la tendencia social a pedir mano dura sin evaluar el impacto real que estas medidas tienen en el futuro de los jóvenes. “Un menor necesita guía, no castigos que destruyan su desarrollo”, afirmó, subrayando que las políticas públicas deben enfocarse en resolver las causas del delito, como la deserción escolar, la pobreza y la falta de apoyo familiar.

Sus declaraciones han abierto nuevamente la discusión entre sectores judiciales, educativos y comunitarios, muchos de los cuales coinciden en que la rehabilitación es más efectiva que el castigo, especialmente en edades tempranas. Sin embargo, otros consideran que el Estado debe reforzar las sanciones para evitar que menores involucrados en delitos graves queden impunes.

Mientras el debate continúa, Santana insiste en un punto central: “Si queremos una sociedad más segura, debemos empezar por proteger y reencaminar a nuestros jóvenes, no encerrarlos.”