Soberanía en Peligro: La Lucha por Nuestros Recursos
Dr. Isaías Ramos
En los últimos días, he escuchado las voces preocupadas de líderes comunitarios que reflejan el sentir de muchos dominicanos. La crisis que vivimos no es solo una serie de estadísticas frías; es un clamor que resuena en cada hogar, en cada rincón del país. La incertidumbre, la miseria y la inseguridad ciudadana han alcanzado niveles alarmantes. La reciente imposición de contadores de electricidad con prepago no es solo un cambio técnico; es un golpe directo a nuestros derechos fundamentales y a la dignidad de millones de ciudadanos. Este cambio no solo sorprende, sino que nos despoja de un acceso vital a un servicio básico, dejando claro que una élite política y económica controla lo que es de todos.
Desde 1997, hemos visto cómo nuestra soberanía se ha entregado a intereses nacionales y extranjeros, un proceso que amenaza no solo nuestra economía, sino la esencia misma de lo que somos como pueblo. Esta entrega sistemática ha creado heridas profundas en el tejido social y cultural de nuestra nación. Nos encontramos al borde de una nueva ola de privatización, donde las decisiones políticas parecen ignorar la Constitución y las necesidades urgentes de la población.
El legado que esta élite política está dejando es desolador. Las expropiaciones de nuestro patrimonio nacional han allanado el camino para que grandes capitales saqueen nuestros recursos naturales, dejándonos solo con el pasivo ambiental de una destrucción irreversible. Es indignante pensar que quienes nos han gobernado en las últimas décadas, lejos de proteger nuestro patrimonio, otorgan exenciones fiscales a empresas mineras que destruyen nuestro entorno. Mientras tanto, nosotros, los ciudadanos, pagamos precios exorbitantes por la electricidad, atrapados en un sistema que solo enriquece a unos pocos a costa de nuestro bienestar.
A esto se suma el escándalo de financiar el turismo mediante “fideicomisos públicos”, mientras nuestras comunidades son excluidas del acceso a sus propias playas. Esta paradoja resalta una distorsión dolorosa en nuestras prioridades, donde sacrificamos lo que más amamos—nuestro patrimonio natural—por el lucro inmediato de unos pocos.
Los números son alarmantes: más de 340 mil millones de pesos en exenciones fiscales, de los cuales apenas 140 tienen un impacto positivo en la sociedad. ¿Dónde está nuestra responsabilidad como Estado Social y Democrático de Derecho? La salud, la educación y la alimentación básica son derechos fundamentales que deben estar protegidos, no expuestos a los vaivenes de una política fiscal injusta. Y mientras esto ocurre, el gobierno recorta el presupuesto de educación con unos 20 mil millones, dejando a nuestros niños y jóvenes sin el futuro que merecen.
Es momento de despertar. No podemos seguir siendo espectadores pasivos mientras nuestros recursos son despojados sin piedad ni rendición de cuentas. Debemos unirnos en un grito de resistencia, exigiendo políticas públicas que prioricen nuestro bienestar antes de enriquecer a intereses ajenos. La soberanía no es solo un concepto abstracto; es nuestra esencia, nuestra identidad como pueblo.
La historia nos ha enseñado lecciones amargas. Hemos caído bajo el dominio extranjero en el pasado; hoy enfrentamos nuevos desafíos que amenazan nuestra cultura y nuestra tierra. El saqueo sistemático de nuestros recursos naturales debe cesar de inmediato si realmente queremos construir un futuro digno. Estamos llamados no solo a resistir, sino a reimaginar el país que deseamos.
Por eso, en el Frente Cívico y Social hacemos un llamado urgente: luchemos juntos por una República Dominicana que ponga en el centro a su gente, donde las políticas públicas se orienten hacia el bienestar de todos y no solo de unos pocos privilegiados. Es tiempo de reclamar con firmeza lo que nos pertenece, no solo por nosotros, sino por aquellos que soñaron con un futuro mejor y cuyas voces aún resuenan en nuestra historia.
En el FCS entendemos que la defensa de nuestra soberanía es una tarea colectiva, y cada uno de nosotros tiene un papel crucial. No podemos permitir más abusos ni entregas de nuestro patrimonio. Este es el momento de alzar la voz, de actuar y de construir el futuro que merecemos. La historia nos observa; dejemos claro hoy qué legado queremos dejar.
¡Despierta, RD!